In Musica de Hindemith 76 es probablemente una de las cumbres latinoamericanas de aquel escurridizo género llamado fusión. Si nos quedamos con la definición del musicólogo chileno Álvaro Menanteau, la fusión sería “la combinación de la música tradicional de un país con cualquier otra música foránea, ya sea popular, docta o folclórica”; en el caso de Hindemith 76 los sonidos tradicionales chilenos se mezclaron con el jazz, pero especialmente con la música docta, herencia que arrastraban sus integrantes al provenir mayoritariamente del mundo de la academia y como jefes de fila de sus respectivos instrumentos en la Orquesta Sinfónica de Chile.
Integrado por Guillermo Rifo (vibráfono, percusión y dirección musical), el argentino Emilio Donatucci (fagot), Alberto Harms (flauta), Nino García (piano), Adolfo Flores (contrabajo) y Domingo Vial (batería), la banda era una nueva encarnación musical del extinto Quinteto Hindemith del que venían Donatucci y Harms. Debutaron en 1975 con el disco El cantar de nuestra América (EMI, 1975) en el que sumaron a Carmen Luisa Letelier, cantante lírica que colaboró con agrupaciones como el Conjunto de Música Antigua de la Universidad Católica y el Ensemble Bartok. En este primer registro discográfico, los integrantes de la banda lucieron sus dotes como instrumentistas y arreglistas, adaptando a este nuevo sonido canciones tradicionales de la música popular latinoamericana como «La llorona», «Limeña» o la popular cumbia «Quiero un sombrero», además de los siempre ineludibles Atahualpa Inca Yupanqui y Violeta Parra.

Pese a la excelente recepción, que los llevó a ganar el premio de «Mejor disco del año 1975» por la prensa especializada chilena, Guillermo Rifo sentía que a su colectivo aún le faltaba swing y mayor expansión sonora, para eso llamó al baterista Orlando Avendaño que, a diferencia de sus compañeros de banda, no estaba tan influido por la academia (Avendaño era el único que no sabía leer partituras) pero lo precedía una amplia experiencia en la dimensión del jazz como parte de las bandas Fusión, Nahuel Jazz Quartet o Santa y su Gente. Para In Musica la estrategia fue distinta al debut: primero, el disco contendría únicamente composiciones originales, principalmente firmadas por Rifo, Flores y el enfant terrible de la composición chilena, Nino García que por entonces apenas rozaba los 20 años; como segundo cambio, y según lo cuenta el mismo Avendaño, la instrucción de Rifo para el baterista fue: «Maestro usted lleva la guaripola aquí…nosotros lo seguimos”. En otras palabras, confiar y guiarse por el pulso jazzero más que por la rigidez de la partitura.
El resultado no podría estar más acorde a las expectativas, In musica es, en efecto, un disco mucho más libre y experimental que El cantar de nuestra América. En «Sauras» y «Cueca del cerro» (de Avendaño y Rifo respectivamente), toman protagonistas el charango nortino y los compases de cueca, mientras que en «Tango Cerro Alegre» y «Piazzollada», ambas de García, el músico porteño rescata el tango que, sin ser música tradicional chilena, es uno de aquellos géneros adoptados como propios especialmente en su natal Valparaíso. Flores sería quien aportaría con las canciones con más groove del disco: «Balada» (que a ratos rememora el subgénero de la exótica) y especialmente «Descuadradito», que, según cuenta el mito, fue alabada por el mismísimo Robert Fripp en una entrevista para la revista Downbeat.

En las notas contenidas en el disco, el maestro Fernando Rosas escribe: «(…) he creído más que nunca en las posibilidades reales de una música llamada de ‘tercera corriente’, o sea, que reúna las innovaciones tanto de la música denominada ‘culta’ como de la música ‘popular’. En contacto de estas dos músicas se prueba en la presente grabación, con resultados verdaderamente positivos».
Esa tercera corriente sería una búsqueda que continuaría especialmente Guillermo Rifo quien para su siguiente proyecto Latinomusicaviva (para los que reclutaría nuevamente a Donatucci y Harms), sumaría el género rock dentro de su cada vez más compleja y experimental fusión, para lo que sumó nuevos nombres como Carlos Corales (Aguaturbia, Panal) y Patricio Salazar (Los primos, Alan y sus Bates, Panal) entre otros músicos locales. Rifo aún sigue en activo y es considerado como uno de los compositores contemporáneos más importantes de Chile. Los otros dos principales compositores de Hindemith 76 tomarían caminos distintos: Adolfo Flores haría dupla con el maestro Fernando Rosas con quién rescataría obras de compositores chilenos de inicios del siglo XX, trabajo de difusión que culminaría con la fundación por parte de ambos de Radio Beethoven en 1981; Nino García se convertiría en un cotizado compositor y arreglista para varios rostros del pop hispanohablante de los 80, además de incursionar nuevamente en el rock con la banda Casablanca, pero sobre todo, con sus obras solistas que lo llevaron a representar a Chile en la OTI y el Festival de Viña del Mar. Luego de un retiro voluntario del mundo del pop, continuó escribiendo música sinfónica y de cámara, pero la falta de reconocimiento y oportunidades lo llevó a un periplo errante en el que el canto en las micros se le presentó como la única forma de sobrevivir. En 1998 sin dinero y depresivo, se quitó la vida de un balazo. Tenía 41 años. A modo de homenaje, en el año 2000 la Orquesta Sinfónica Juvenil estrenaría la obra de García «Sinfonía democrática» (1993); al frente de la orquesta como director estaría un viejo conocido, Guillermo Rifo.
Excelente nota. Aunque no pude comprobar si lo afirmado por Fripp es real, la música de esta agrupación vale por si misma. Bien vale una buena reedición en vinilo…si solo alguien se atreviera…
Me encanta este album y quisiera saber si puedo conseguir el vinilo LP, lo he estado buscando por todas partes. Si alguien tiene información lo agradecería muchisimo. Saludos Correo: +56 9 823 79 323
Vuelve a la regional sera mejor pana