Continuando con nuestro viaje por las mejores disquerías del mundo, hoy toca el turno de Wah Wah Records (Barcelona, España) que, desde 1992 como tienda y luego en 1998 como sello discográfico, nos ha regalado algunas de las reediciones más reveladoras de la industria. Su tienda le hace justicia a estos pergaminos, desplegando una de las colecciones más impresionantes del catálogo musical del siglo XX.
Hace unos diez años atrás tuve la fortuna de visitar Múnich, Alemania. Además de sumergirme en la cultura bávara y explorar la tormentosa mente de Ludwig II, una de las cosas que más ilusión me hacía era visitar las disquerías locales y hacerme con todo el material posible de algunas de mis bandas favoritas formadas precisamente en aquella tierra: nombres como Amon Düül II, Embryo y, sobre todo, Popol Vuh o bien cualquier otra gema del krautrock o kosmische musik para los más estrictos. Para mi sorpresa -y decepción- lo que encontré fue bastante poco. Y por poco me refiero a escasos compilados de rock alemán donde Can y Kraftwerk compartían surcos con los más bien rockeros a la usanza Jane, Birth Control u Omega (que ni siquiera eran alemanes, sino húngaros). Y es que el trabajo de arqueología y rescate de uno de los subgéneros musicales más estimados e influyentes del último tercio del siglo XX, como suele pasar, fue en suelo extranjero. Ya se sabe, nadie es profeta en su tierra.
Wah Wah Records es una tienda española fundada por Jordi Sierra en 1992 -en pleno auge del CD- y que en 1998 se atrevió como sello discográfico especializado en reediciones de discos muy oscuros y difíciles de conseguir. Luego de hacerse cargo de la psicodelia y folk español de los setenta, fue el turno de aquellas bandas alemanas que pusieron en tensión los límites de géneros como el rock, el jazz y la electrónica. Bröselmaschine, Guru Guru, Annexus Quam, Embryo o los oscurísimos Brave New World o Inner Space, quienes en 1968 se transformarían en los canónicos Can, fueron parte de los primeros tirajes. Uno de los hitos de Wah Wah fue reeditar -y de qué forma!- la producción de Popol Vuh entre los años 1970 y 1981 (con un total de 13 discos), sumado al primer álbum que Florian Fricke decidió titular a su nombre. Lo que busqué una década atrás, se cocinaba en paralelo en medio de El Raval barcelonés.

Por esto, visitar Wah Wah Records equivale a poner un pie en una especie de tierra sacra para cualquier entusiasta de la música más experimental, vanguardista o simplemente para encontrar discos que normalmente se reservan para la compra online, pero que rara vez -por decir nula- aparecen flexionando tus dedos en algún mueble de disquería. ¿Buscabas alguno de los bootleg de Ash Ra Tempel porque encuentras prohibitivo pagar arriba de 60 euros por un original? “Creo que tenemos los primeros tres”. ¿Quieres ese disco de una banda experimental japonesa que solo editó 500 copias y desapareció de la faz de la tierra? “Creo que nos quedan algunas reediciones por allí”. ¿Y si andas tras esquivos títulos de rock progresivo latinoamericano? “Mira, en esa sección de ahí tenemos unos 350 discos, ahora si quieres sonidos más latinos, te pasas a la sala de atrás donde encuentras cumbia, merengue, bossa, champeta, dengue, boogaloo….”. ¿Necesitas algo más?
La disquería ocupa un primer piso de los edificios habitacionales/comerciales en una de las estrechas calles del barrio El Raval, en Barcelona. Como toda tienda que sabe lo que tiene y cuyo personal se reduce a una (muy amable) persona que te recibe y te guía por la tienda, debes dejar cualquier bolso en la entrada y sumegirte desprovisto de toda carga en una de las colecciones más impresionantes que el suscrito ha visto en su vida. Inmediatamente, me dirijo a la sección etiquetada como Krautrock, en la que no solo encontraré algunas de las reediciones del mismo Wah Wah como el exquisito free jazz de “Osmose” de Annexus Quam; o el world music-kraut de “Embryo’s Rache” de Embryo; sino que también los cotizados bootlegs de los siempre exploradores Ash Ra Tempel, aquel prodigio de box set que recopila los tres primeros discos de los solemnes Elektronische Musik aus: Koeln, o alguna de las reediciones del sello francogermano Long Hair, que casi como un gemelo de Wah Wah, se han esmerado en rescatar el catálogo más oscuro de un periodo que David Stubbs tituló como la “construcción de la Alemania moderna”. Pero no todo es kraut. Justo al lado, bajo el rótulo de Rock Sudamericano 60 & 70 me regodee en reediciones y originales de los pioneros de la psicodelia y el progresivo local donde desfilaron La Revolución de Emiliano Zapata (México), Laghonia (Perú), Los Jaivas (Chile), Persona (Brasil), Opus Alfa (Uruguay), Vox Dei (Argentina),Vytas Brenner (Venezuela), The Speakers (Colombia); o cosas aún más experimentales y avant-garde como Musikautomatika (Venezuela), Vía Lactea (México) o Miguel Flores (Perú).
Mi sorpresa -y felicidad completa- vendría con la sección de Rock Japonés. Y es que en una sola disquería podía estar apartando lo que por meses estuve buscando en tiendas online, ya casi resignándome a que si alguna vez los quería tener girando en mi tocadiscos, habría de ir a por las primeras ediciones, lo que equivalía a decir nunca, considerando el prohibitivo -y ridículo- valor de mercado (hoy veo que uno de ellos supera los 900 euros). Phoenix Records, antes Radioactive, es uno de los sellos piratas más bloqueados en sitios como Discogs; para mí, son una especie de Robin Hood discográfico que, por lo demás, traen de vuelta bandas que han sido ignoradas por más de 40 años y nos las ofrecen a los simples mortales por 1/40 de lo que los especuladores se regodean con las escasas copias originales que van quedando. Me acompañaron hasta Chile “Milk Time” de Hiro Yanagida, “Love Will Make A Better You” de Love Live Life + One o el oscurísimo “Debon” de Brast Brun. No todo es pirateo, también me eché bajo el brazo “Nipponjin” de la Far East Family Band en su primera edición alemana, y atención: se-lla-do. El que busca…

Wah Wah es tan hiperespecializada que puedes encontrar etiquetas dedicadas, por ejemplo, al rock escandinavo de los 60 y 70… simplemente esas dos grandes habitaciones que, a groso modo, separan el rock y sus vertientes con el jazz y la música negra, parecieran no tener fin. Cajas y cajas que esconden las gemas musicales que, por algún misterio, aún no hemos podido oír, pero que a todas luces será la música que nos quitará el sueño el día de mañana.
Es Barcelona, la ciudad de Gaudí, Miró, el Tibidabo y Wah Wah Records. ¡Déu n’hi do!