Es muy probable que por años hayas ignorado este lugar del centro de Santiago. Y la verdad, nadie podría recriminar aquello. Es que Todo Música, ubicada en el corazón del Pasaje Matte entre tiendas de joyas, cafés con piernas e insumos ortopédicos, no seduce demasiado. Al menos a primera vista.

Todo Música no es una disquería especializada. El “todo música” de su título es algo literal. Desde el último disco de Diego Torres (sí, aún sigue editando) hasta los grandes éxitos de Samsom. Lo que podría ser una limitante, tiene un extraño valor en nuestros tiempos de consumo y audiencias ultra segmentadas en los que resulta complejo encontrar un lugar donde tengan de todo y para un amplio segmento etario. Así, Todo Música es uno de los pocos lugares que toma la posta a la desaparecida Feria del Disco donde la lógica del más es más, aún parece funcionar.
Y precisamente esta ambición de querer abarcar a todos los públicos, hizo que Todo Música entrara en el pujante mercado de los discos de vinilo. El stock está compuestos de vinilos nuevos y usados. Dentro de los nuevos, nada que destacar: lugares comunes y unos sobreprecios a veces ridículos (un mal de las tiendas chilenas). Pero es en los vinilos usados donde está el tesoro.

La colección es herencia de las discotecas de Radio Agricultura (fundada en la ciudad de Valparaíso en 1935 y con la negra historia de ser una de las emisoras oficiales de la dictadura chilena) y la desaparecida Radio San Cristóbal. Por lo tanto, es una colección con una notable variedad de estilos y todos los ejemplares en un excelente estado de conservación al ser discos destinados para transmisión radial. Víctor Hugo, el enérgico y amable hombre detrás del mostrador, cuenta con orgullo que son más de 8 mil LP y un número indescifrable de discos de 45 rpm, los que aún esperan en la bodega de la tienda. Y no parece mito, ya que si algo llama poderosamente la atención de Todo Música es su constante renovación del stock de discos. Los precios varían: hay estantes a 5 mil; otros a 8 mil o 2 por 15 mil; repisas a $16.990; y una selección de finezas a precios de (obsesivos) coleccionistas. ¿Un ejemplo? “En la onda de Los Jockers” edición original a $190.000…
¿Dónde está la gracia de que las joyas estén a precios inalcanzables y que en los cajones de ofertas abunden discos de relleno? Bueno, la gracia está en que eso es así sólo en apariencia. Y es que los precios de Todo Música no siempre se rigen por las lógicas del mercado del vinilo, o al menos se rigen por una lógica muy general (habría que ser idiota en no querer sacar plata a discos sabidamente buscados como la discografía de Los Jockers). Buceando en esas cajas de ofertas se encuentra una fina selección de música tropical, discos muy oscuros de folclore chileno y, si hay suerte, algunas gemas de música docta contemporánea latinoamericana.
De las 5 veces que he visitado la tienda, nunca me he ido con las manos vacías. La paciencia es fundamental, ya que pese a ser un local pequeño, hay una gran cantidad de vinilos. Ayuda que Víctor Hugo te atiende como si te hubiera estado esperando toda la vida. Así fueron apareciendo “Cumbias choras” de Los Viking 5, los discos de Iván Enrique y su Conjunto (quien popularizó el clásico “La gallina no” con la guitarra de Carlos Corales), los dos volúmenes de la Antología del Folklore Musical Chileno a cargo del Instituto de Investigaciones Musicales de la Facultad de Ciencias y Artes Musicales de la Universidad de Chile, discos de los peruanos Los Pakines, obras del venezolano Quintín Duarte, pioneros de la cumbia latinoamericana como los argentinos Los 5 del ritmo y los cosmopolita Wawancó o la serie de “Concurso Internacional de Piano” del músico brasileño Heitor Villa-Lobos. Todos discos que se transan en el mercado online a precios bastante más altos que el cajón de ofertas de Todo Música, algunos incluso superando los 100 euros.
El instinto también es fundamental. La gran mayoría de los vinilos son ediciones chilenas, país donde –al igual que en otros mercados del continente- se cometía la viveza de re-grabar discos o, sencillamente, inventar portadas y nombres de bandas para no pagar los derechos correspondientes, por lo que existe muy poca o nula información de estas agrupaciones fantasmas. Así llegué a un disco de una desconocida banda llamada Los sicodélicos del ritmo que resultó ser, nada menos, que una versión pirata/legal del disco “Las travesuras de los 5 palomillas” de los peruanos Los 5 palomillas, agrupación liderada por Carlos Baquerizo quien al frente de Los demonios de Mantaro graba en 1965 la canción “La chichera”, piedra fundacional de la cumbia peruana.
La próxima vez que deambules por las galerías de Santiago Centro, acércate a Todo Música, mira que cuando descubran Discogs, las cajas de oferta dejarán de ser la mina de oro negro menos explorada de nuestro país.
Pingback: Surcos ocultos: 10 disquerías y lugares alternativos donde comprar vinilos en Santiago