Surcos en cuarentena #9: «Tone Float» – Organisation (Innerspace/ 2020). Originalmente publicado en 1970.

El origen del término Krautrock es lo más parecido al de nuestra Música cebolla; es decir, tomar un concepto peyorativo (kraut se traduce como repollo, que es la base se preparaciones germánicas clásicas como el chucrut) para denominar un tipo de música con un estilo particular: en el caso de la cebolla, música con alto contenido melodramático y en el kraut algo aún más reduccionista (y racista) aún: rock hecho en Alemania. Es así, como por años, el krautrock podía abarcar desde el motorik de Neu!, pasando por la Kosmische muzik de Ash Ra Tempel hasta el hard rock ultra tradicional de Scorpions, siendo el único elemento en común que sus intérpretes hayan tenido partida de nacimiento alemana.

Pero a partir del trabajo de algunos inquietos periodistas y entusiastas de la música experimental producida en Alemania entre fines de los 60 y fines de los 70, fue que el término krautrock comenzó a re significarse y a tener un estatus que hoy es sinónimo de prestigio e integridad artística (para seguir con el ejemplo inicial, algo que en menor medida también le está pasando a los cebolleros como lo demuestra el hermoso trabajo de Marisol García en Llora, Corazón. El Latido de la Canción Cebolla). Fue en 1995 cuando el músico e investigador Julian Cope publicó Krautrocksampler: One Head’s Guide to the Great Kosmische Musikun recorrido muy personal por el fenómeno del krautrock y sus principales exponentes. Pese a los errores en varios nombres y fechas, el trabajo de Cope fue de alguna forma la semilla que plantó el nuevo interés por bandas que llevaban un largo rato sin ver re-editados sus trabajos y eran nombres familiares sólo para pequeños grupos de coleccionistas y entendidos.

Florian y Ralf: en busca del destino

Los primeros en comenzar a disfrutar de un -muy merecido- segundo aire, fueron los más grandes y prolíficos: Can, Neu!, Faust, Cluster, Amön Duul II, Popol Vuh o Tangerine Dream (Kraftwerk es tema aparte, porque solos, sin revival de por medio, se las arreglaron para estar vigentes por más de 30 años). Luego vinieron Guru Guru, Agitation Free o Harmonia. Con los años y gracias al incansable trabajo arqueológico de sellos como Wah Wah (España), Garden of Delights (Alemania), Long Hair (Francia) y un sinfín de anónimos y efímeros sellos de bootlegs, es que el mundo conoció a oscuras bandas de krautrock (ya no sólo alemanas, sino que austriacas, francesas e italianas) con uno o dos discos editados y a veces ni siquiera eso: Sand, Tortilla Flat, Siloah, Ak Musick, Exmagma, Kalacakra, Gila y muchos otros.

Por mérito, Organisation debiera formar más parte de este último grupo que de los primera e incluso segunda ola. Formados en 1968 y disueltos en 1970, dejaron sólo un álbum grabado, Tone Float (RCA Victor, 1970), pero a diferencia de sus semi-olvidados compañeros de generación, Organisation despertó el interés desde los tempranos noventa y a la fecha, su único disco acumula más de 20 reediciones (ninguna de ellas oficial). ¿La razón? En sus filas estaban Ralf Hütter y Florian Schneider, los fundadores y motores creativos de Kraftwerk.  Quien vaya en busca de los fósiles de Kraftwerk, se sentirá decepcionado: Organisation es, por completo, otra especie. Y a diferencia de la banda de los robots, la primera colaboración de la dupla Hütter-Schneider está indeleblemente ligada a su tiempo y no a ese estado futuro hipertecnologizado al que nos acostumbraron los hombres-máquina.

Hütter y Schneider se conocieron en 1968 cuando coincidieron en una clase de improvisación en el Conservatorio de Düsseldorf. De los dos, era Schneider quien tenía más experiencia en la floreciente escena experimental de su ciudad, la que estaba altamente influenciada por las acciones de arte del movimiento Fluxus y de la que el entonces flautista se hacía parte con un fugaz grupo de free jazz en el que llegó a tocar con varios futuros miembros de Amön Duul. Ambos congeniaron rápidamente y decidieron formar Organisation, banda que además estaba conformada por Basil Hammoudi (percusión y voz y posteriormente integrante de la también efímera e interesante Ibliss), Butch Hauf (bajo y percusión) y Alfred «Fred» Mönicks (batería y percusión).

El único registro audiovisual de efímera existencia de Organisation. Si uno se basara en el trabajo de los camarógrafos, pensaría que el líder de la banda es Basil Hammoudi. Ralph Hütter casi ni aparece.

Hay cierto consenso en que Tone float no es un disco fácil y que carece de la solidez conceptual que sería uno de los sellos de los futuros Kraftwerk (aunque es justo decir que se demorarían 3 discos en hacerlo hasta la publicación de Autobahn en 1974); pero lo cierto es que también es una producción con una paleta sonora envidiable, con un fuerte énfasis en la percusión para la que echaron mano de todo el arsenal posible: glokenspiel, congas, bongos, maracas, cencerro, campanas, gong, pandero y hasta un martillo de plástico. Esto queda demostrado en el tema central del disco, “Tone Float” que ocupa toda la cara A en la edición original del disco y que nos recuerda la fascinación de la época por los sonidos africanos y  mediorientales que, con más o menos fortuna, fue un sello para algunas bandas de krautrock como los Agitation Free o las célebres Ethnological Forgery Series (Serie de falsificaciones etnológicas) de Can. “Tone Float” está tan lejana del sonido de Kraftwerk que el teclado de Hütter aparece recién en el minuto 9. Así y todo, los casi 20 minutos de la canción son un maravilloso viaje instrumental que pasa por distintos estados y paisajes, desde el minimalista groove inicial, pasando por la explosión percutiva, hasta que el teclado de Ralph Hüuter toma el control mientras la flauta procesada de Florian Schenidder va a uno y otro lado de la mezcla. Es imposible no destacar el trabajo del productor e ingeniero del disco: Conrad “Conny” Plank, probablemente uno de los hombres más importante del Krautrock.

El lado B se reparte entre “Milk Rock” (un frenético pulso rockero apuñalado por la flauta procesada de Florian y el teclado de Hütter quienes juegan con todas las posibilidades de la atonalidad); “Silver Forest” (un ceremonioso track en el que las campanas iniciales y el eclesiástico teclado confieren un aire denso, solemne y algo siniestro); “Rhythm Salad” (fiel a su nombre, una ensalada de ritmos percutidos que se inscribe como el tema más disperso y auto indulgente del disco); y “Noitasinagro” (que podría funcionar como el opuesto de “Silver Forest” con el luminoso teclado de Hütter, el melancólico violín eléctrico de Schneider y los catárticos cantos finales de Hammoudi). Como bien sintetiza David Stubbs en el libro Future Days: el krautrock y la construcción de la Alemania moderna, el debut de Organisation (y por extensión, el primer disco de la dupla Hütter-Schneider) de alguna manera representa los “mejores ideales de la época: nada de egos, nada de demostraciones innecesarias de virtuosismo, ninguna caída perezosa en los lugares comunes plomizos del rock blusero”.

Michael Rother, Klaus Dinger y Florian Schneider: el dream team que duró un suspiro.

En la seguidilla de reediciones no oficiales de Tone Float (que al igual que Kraftwerk 1, Kraftwerk 2 y Ralf & Florian, sufren el desprecio y poco interés de sus creadores que ha quedado demostrado con su exclusión permanente de las estupendas reediciones oficiales de su catálogo), se incluye como bonus track la pieza “Vor Dem Blauen Bock” (que en realidad es “Rückstossgondoliere”) un documento muy especial recogido del popular programa televisivo alemán Beat Club en mayo de 1971 y que nos muestra a unos Kraftwerk sin Hütter (que había abandonado a la banda para retomar sus estudios de arquitectura) y ampliado a un trío con Florian Schneider en flauta y violín eléctrico, Klaus Dinger en batería y Michael Rother en guitarra, estos dos últimos la dupla creativa tras los influyentes y esenciales Neu! Tal vez una pista de lo que hubieran sido Kraftwerk si no se hubiera apartado para siempre de las sendas más tradicionales del krautrock y hubiera formado esa religión propia llena de autopistas, robots, computadoras y ciclistas biónicos.

Deja un comentario